Las hienas y las liebres hoy en día como están las cosas se odian mutuamente, pero todo sucede por esta leyenda que comienza en África hace muchísimo tiempo. El pelaje de las hienas era completamente marrón para ese entonces y había una gran amistad entre estos dos animales.
Cada vez que iba a pescar la liebre, siempre volvía a su hogar con un gran pez que de una forma u otra, la hiena siempre lograba quitarle, pero siempre hablando con astucia. Un día, la liebre estaba un poco cansada de que siempre le haga lo mismo cada vez que venía con un pez, aun así quería a su amiga y le mostró que traía un pez enorme para comer. La hiena no podía aguantar la tentación de quitárselo y por eso le dijo que su pez era demasiado grande, pero su estómago pequeño, por ello le haría mal comerlo, o si no lo comía todo, entonces se le iba a pudrid antes de poder terminarlo, pero la liebre esta vez más astuta le dijo que no se preocupara porque pensaba ahumarlo para comer luego lo que sobre.
Durante la noche, la liebre se hizo la dormida junto a las brasas que cocinaban el pescado y así fue que la hiena tomó el pescado y comenzó a correr creyendo que dormía su amiga. En ese mismo momento fue que la liebre tomó la parrilla con las brasas y tiró todo encima de la hiena, dejando todas las manchas negras que hoy en día lleva en su pelaje. Le dijo que no podía creer que la haya traicionado así y que siempre quería quedarse con lo mejor, que se vaya y no vuelva nunca más. Así sucedió, nunca más volvió y comenzaron a odiarse las hienas con las liebres para siempre.