La luna nunca recibe visitas de la tierra y menos por parte de los monos, pero ellos sentían mucha envidia de los pájaros que podían volar, ya que pensaban todas las veces que habrán pasado junto a ella y los monitos del bosque le tienen gran admiración a la enorme luna que ilumina los cielos,

La fila que hizo realmente alta, tanto así que el monito más arriba de todos pudo tomar la cola de la luna, pero en ese mismo momento uno perdió el equilibrio y toda la fila se cayó de forma desastrosa, el único que no sufrió la caída fue el monito que permaneció tomado de la luna hasta que por compasión lo subió sobre ella para que no se caiga. Cuando vio al dulce mono le quiso obsequiar algo y por ello le dio un tambor para que hiciera toda clase de música. Con el tiempo la luna le enseñó como tocarlo y lo escuchaba todos los días mientras lo hacía, pero tarde o temprano tenía que volver a la tierra.
El monito no quería volver, pero la luna se ató una soga en la cola hasta la tierra para que el monito baje por ella, pero le advirtió que no se atreviera a tocar el tambor antes de llegar abajo, en caso contrario cortaría la soga. Empezó a bajar muy tranquilamente, pero en la mitad no se aguantó y empezó a tocar el tambor, tan fuerte lo hizo que todas las personas y animales que se encontraban cerca lo oyeron y se acercaron a la soga, pero entonces la luna cortó la soga.
Cayó sin nadie que lo ataje el mono contra la tierra rompiéndose muchos de sus huesos, pero su tambor estaba a su lado y los indígenas comenzaron a imitar los sonidos que emitía con su tambor, así como también su instrumento porque les encantó el regalo que la luna le dio al mundo a través de este pequeño monito.