Los sapos en el pasado eran completamente marrones, ellos no tenían manchas en su cuerpo. Sin embargo, un día las obtuvo un sapito muy inteligente que jamás pensó ser descubierto en su plan.
El sapo aceptó la invitación a la fiesta, pero le indicó al águila que tenía que llevar su guitarrita para poder ir, entonces cuando el ave lo fue a buscar, él le pidió que vaya llevando su guitarrita, que luego llegaría a la fiesta por sus medios, era imposible y por eso el águila aceptó. Pasaron las horas y el águila llegó a la fiesta, allí vio al sapo que estaba bailando y saltando en medio de la multitud, lo cual le pareció completamente extraño, pero nada podía hacer. Luego llegó la hora de partir y le dijo que lo llevaría a su hogar, el sapo le dijo que luego iría, pero que vaya llevando su guitarrita.
Cuando nadie lo estaba viendo, el sapo se metió en la guitarra y el águila si pudo verlo para su desgracia. El viaje del águila arrancó y en la mitad del camino dio vuelta la guitarrita haciendo que el sapo cayera en caída libre sobre una enorme piedra, por eso sucedió que su cuerpo se llenó de moretones por todos lados y se lastimó demasiado. Con el tiempo, todos los sapos comenzaron a nacer con las manchas provocadas por el golpe que se dio este valiente sapito.