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Leyendas Mexicanas cortas de terror de lectura fácil
Una recopilación de las mejores Leyendas Mexicanas De Terror, que no te de miedo y sigue leyendo.
Leyenda el fraile que no se mojaba
Un hombre para recordar era sin duda Agustín de San José. Nacido en España, este fray llegó a México para poder brindarle la palabra de Dios a los más necesitados. Nunca corrió la cara cuando alguien venía a pedirle una confesión, menos todavía demostró rechazo hacia un necesitado. Se pueden contar miles de casos en donde demostraba la bondad de su corazón hacia todas las personas de su entorno. Al comienzo de su vida ya estaba decidido a ser un hombre de Dios y por ello es que el fraile Agustín abandonó a su familia con toda la fortuna que tenía para heredar y se metió de lleno en el aprendizaje de la palabra sagrada.
Su vida siempre fue ejemplo para todos los demás, pero más allá de todo esto que lo convirtió en un religioso intachable, son los milagros quienes forman protagonismo a la historia. Aunque pueda sonar como algo totalmente falso, el fraile era un hombre muy cercano a Dios y hacía que su palabra se refleje en su vida. Muchas veces hasta dejó de comer por darle su ración a quien no tenía nada en el plato. Las leyendas que tornan a su alrededor dicen que el agua no lo mojaba y eso lo hacía super especial.
Las personas recuerdan al Fray Agustín como un santo a quien el agua no mojaba y todo comenzó cuando en medio de una tormenta terrible lo llamaron para hacer una confesión. Él nunca se negaba a ir al destino aunque el cielo se estuviera cayendo detrás de su espalda. Aquel día fue caminando hacia la casa de la cual se lo llamaba, en el camino encontró a un devoto que podía acercarlo, pero se negó, prefirió seguir caminando. La sorpresa se la llevaron los residentes de la casa cuando le pidieron su capa mojada para colgarla y esta se encontraba totalmente seca, así como su pelo y toda la ropa que él llevaba puesta.
Leyenda del puente ara
Un hombre se encontraba volviendo a casa durante la noche, él no estaba solo ya que iba en compañía de su fiel mula que llevaba todo el alimento para sus animales. Don Javier siempre agarraba el mismo camino para llegar a su hogar, pero dado el cansancio como el gran calor que hacía, prefirió usar un atajo. Para poder viajar por este atajo él necesitaba atravesar un puente junto a su mula y eso le parecía algo sencillo. Sin embargo, el animal comenzó a hacer bien difíciles las cosas cuando se rehusaba a caminar por allí. La mula estaba convencida de que iría a cualquier sitio menos al puente.
Una mujer se apareció en su camino y le pidió amablemente que la ayude a caminar por el puente. El alma bondadosa de Don Javier no podía negarse, aunque la mula no quería saber nada de seguir por allí. El dueño del animal lo forzó a caminar hacia adelante para ayudar a la muchacha que quería ir al puente. Cuando llegó a la mitad, apareció una enorme figura de un hombre totalmente de color negro, como si fuera una bestia grande con un látigo en sus manos. Con este elemento comenzó a pegarle bien fuerte a Javier y al regresar la cabeza ya no había ninguna mujer en los alrededores.
La mula se zafó de su dueño apenas vio la enorme figura negra que lo azotaba y corrió como nunca antes tirando todo lo que llevaba consigo. Don Javier, después de recibir algunos golpes, luego pudo también salir corriendo y no paró de correr hasta llegar a su hogar. El día siguiente comentó a sus amigos todo lo ocurrido con gran terror y ellos le dijeron que trató seguramente de las criaturas llenas de venganza que salen del cementerio que encuentra al lado del puente Ara.
Leyenda el señor del rebozo
En México, tres mujeres con mucho poder adquisitivo que al mismo tiempo eran todas muy religiosas, se juntaron para poder fundar lo que llamaron como el Templo de Santa Catalina de Siena. Una de las cosas particulares que tenía este templo en comparación a los demás, era una cruz muy grande de madera que contenía el cuerpo de Jesús con mucho sufrimiento y sangre por las heridas de la corona de espinas. Todas las personas que veían la imagen podían apiadarse del dolor sufrido por Cristo.
Es así como la hermana Sor Severa de Santo Domingo se vio desde el comienzo muy conmovida con la imagen. Sin embargo, esta cualidad no le duró solamente unos días, sino que durante 32 años aun sus oraciones estaban llenas de amor para su padre celestial. Pasó una vida llena de santidad y generosidad para los demás. Cuando se hizo anciana, aun le rezaba al Cristo y cuidaba que la estatua no tuviera frío o sufriera humedad.
Un día, hacia tanto frío que Sor Severa no podía siquiera levantarse de la cama, pero aun así tocaron a su puerta. Prácticamente arrastrándose fue a abrir para saber quien la estaba necesitando. Se trataba de un mendigo que venía días sin comer y le pidió por lo menos un trozo de pan para calmar su hambre. Ella agarró un pan que estaba guardado sobre la mesa y lo mojó con aceite de oliva, luego hizo un rebozo y el hombre se lo llevó con mucha alegría en su rostro.
El día siguiente a que todo esto aconteció, la hermana apareció muerta en su habitación, un olor muy bello a santidad y rosas se sentía en todos los alrededores del templo Santa Catalina. Lo más impresionante es que al ver la imagen de Jesús que ella tanto había amado, vieron entonces que estaba llena del mismo rebozo que había convidado al mendigo.[kkstarratings]